lunes, 21 de febrero de 2011

primera entrega/ Lo prometido es deuda!


¡Por fin me pongo a escribir después de tanto tiempo! Sé que suena a excusa, pero la verdad es que no hemos tenido tiempo desde hace más de un mes para descansar y dedicarnos un rato a nuestras cosas. O estamos fuera o con gente, y cuando llegamos a casa suele ser tarde y nos quedan cinco o seis horas escasas para dormir.

Lo malo es que ahora no sé por dónde empezar, cómo resumir o cuántos detalles contar, pero intentaré dar una visión más o menos fiel de lo que ha sido nuestra vida últimamente.

SEGUNDO VIAJE A SIMSIMON. DOCE DÍAS EN LAS MONTAÑAS.

17 de enero de 2011
A las cuatro de la mañana nos recogen con el coche para salir hacia Bukidnon. Como hemos tenido que recoger todas nuestras cosas para hacer la mudanza a la vuelta hemos dormido una hora, y Blanca tiene una reacción alérgica por todo el cuerpo por culpa del Malarone (pastillas para la malaria). A mi no me ha  provocado ningún efecto secundario.
El equipo de trabajo vamos a ser: Linda, Jun, Van, Mark, Blanca y yo. Viajamos pasando por Valencia, Malaybalay, San Fernando... hasta que llegamos a Simsimon.
 
Esta vez nuestra llegada no es tan impactante como la anterior. Creemos saber lo que nos espera y vamos saludando y reconociendo a la gente.
Cenamos y nos quedamos hablando un rato en el tulugan (casa de invitados), pero nos vamos pronto a dormir porque estamos muy cansados del viaje.


18 de enero de 2011
Por la mañana nos levantamos temprano. Hemos pasado frío y, como no pudimos comprarnos esterillas, se nos ha clavado el bambú en todos los huesos del cuerpo.
Desayunamos, y a las 09:00 viene Inay (madre de Jimboy, el datu -jefe de la tribu-) a casa y tenemos una pequeña entrevista con ella sobre su vida,. Nos cuenta que de pequeña fue secuestrada como esclava por otra tribu y estuvo trabajando para un datu en otro pueblo hasta que se casó a los 13 años. Nos explica cómo fue su boda, el significado de los tatuajes que llevan los matig-salug...

Terminamos las entrevistas y empezamos a intentar comunicarnos con los niños. Les enseñamos el juego de palmas “toma tomate” y nos reímos un montón viendo cómo les motiva.

El juego se interrumpe cuando empezamos a oír un cerdo gruñir. Varios hombres han cogido un cerdo y lo han atado con unos palos y cuerdas para el ritual. Mientras terminan de preparar las cosas, los niños juegan alrededor y se va acercando más gente de la comunidad.
El datu de otro pueblo (familiar de Jimboy) da inicio a la ceremonia. Con una gallina en la mano agradece a los dioses el trabajo y los cambios en la comunidad, nuestra presencia, y pide bendiciones para todos.
Jimboy dice unas palabras, también de agradecimiento, coge una lanza metálica (bangkaw) y la clava con un golpe seco en el corazón del animal. Tras insertarla un par de veces más, cuando empieza a salir la sangre, saca la lanza y tapona la herida con la mano para que no salga la sangre disparada (el cerdo sigue gritándo y revolviéndose).
Los niños juegan, se quitan piojos, chapotean en el barro... durante el ritual, aunque los mayores guardan un silencio respetuoso.
Con las manos ensangrentadas, Jimboy,  marca las cuatro esquinas de la bodega para bendecirla. Estamos un poco soprendidas porque creíamos que toda la comunidad participaba en los rituales, pero sólo hay unas 20 personas. Es un día normal para ellos y la gente está en el campo.

Termina el ritual y nosotros nos vamos a comer al tulugan. Mientras tanto, la gente lava, trocea y parepara la carne del cerdo en el río. Reparten en unas “brochetas” la carne de manera igualiraria para cada familia.
Como tabla de cortar usan troncos, la cabeza del cerdo... Los niños juegan con las tripas y con los cuchillos, ensayando los cortes y aprendiendo a manejar las herramientas.


Linda está en “casa” tocando la guitarra, Jun y Mark lavan la ropa y se bañan en el río, Van arregla un palo de lluvia con ratán ayudado por el padre de Dibucas (al que bautizaremos posteriormente como Morgan Freeman; el parecido es espectacular.), Blanca observa a la gente trabajando...
Durante el ritual me siento agradecida y privilegiada de poder presenciar (y a la vez ser en cierto modo protagonista) de algo tan sagrado. Aunque no pueda entender las palabras el sentimiento se transmite. (Días más tarde nos enteraremos de que para los miembros de la comunidad el ritual fue bastante gracioso. El cerdo estaba mal atado y no paraba de gritar y de revolverse intentando escapar, y todo el mundo estaba casi preparado para echarse a correr para coger al cerdo!).
Por la tarde nos damos un baño en el río y observamos a la gente trabajar: extrayendo fibras de abaca, haciendo trabajos de artesanía...
Visitamos al Datu Miguel en Simsimon 1, las primeras familias que se establecieron en el otro lado del río. Cuando volvemos al pueblo los niños están jugando a “palmas” y nos enseñan sus canciones.
Cenamos, tocamos la guitarra y cantamos y llega la gente al tulugan para empezar una reunión. Casi todos los asistentes son hombres, y hay un par de invitados de otros “sitios”. Empezamos con una ronda de presentaciones (nombre, posición social y pueblo). Todos dicen sentirse agradecidos y curiosos por saber qué estamos haciendo aquí.
Blanca se presenta primero, después intervengo yo y doy las gracias por la bienvenida, por dejarnos colaborar con ellos y poder ser parte de su lucha por mejorar su calidad de vida y por mantener su identidad y su cultura.
Continúa Linda, explicando con detalle cómo empezó su colaboración con la universidad de Salamanca. Habla de nuestros perfiles y de nuestro proyecto aquí. De cuál va a ser nuestra misión. Mark también aclara algunos puntos de nuestro trabajo, como que tenemos que preparar una exposición y por eso vamos a estar haciendo entrevistas y fotos. El encargado de cerrar la ronda de presentaciones es Jimboy, quien continúa explicando el trabajo que se ha estado llevando a cabo en Simsimon desde la última visita del equipo de RIMCU (los de Xavier, la uni de Cagayan: Linda, Mark, Van...).
Después Linda y Mark hablan sobre nuestra entrevista con los de Banco sa Balay (con Ateen, hermana de Chona. Una entrevista que tuvimos con un banco que trabaja con microcréditos y agricultores indígenas de otros pueblos). Parece que en cuanto se habla de dinero aumenta el interés de los participantes.
Para terminar, el datu Miguel expresa su preocupación porque en las montañas han abierto una mina.
Creo que por primera vez en todo el viaje hay un momento en la reunión en el que me hago consciente de todo lo que estamos viviendo. Cada vez que se nombra “Universidad de Salamanca” pienso en la de miles de estudiantes que no tienen ni idea de lo que se está haciendo aquí con su dinero.
Termina la reunión, tocamos un rato la guitarra y a dormir que deben ser las once de la noche.
Aquí anochece a las 18:00, y como mi abuelo Jose María la gente vive según las horas de sol porque no hay elecrtricidad.
Por cierto, es impresionante lo de las luciérnagas. En cuanto anochece hay cientos de ellas, especialmente en uno de los árboles que hay delante del tulugan. Nunca había visto nada igual, es increíble estar en medio de las montañas, noche cerrada y viendo tintinear las luces.

19 de enero de 2011
La mañana de hoy me despierto reventada. He pasado frío por la noche y tengo tos de  Busaw (Busaw: espíritu chungo. Diwatas: espíritus buenos. Aquí son animistas, creen en los espíritus de la naturaleza.)
Después de desayunar estamos tocando un rato la guitarra (Blanca y yo queremos aprendernos la letra de “Anak” pero el filipino es imposible de memorizar). Viene María a casa y nos hace una demostración de cómo hacer pulseras. Aunque soy un poco lenta para estas cosas soy capaz de aprender a hacer dos de los modelos (aunque no tengo material que lo demuestre y se me ha olvidado ya).
¡Tendré que conseguirme unas pulseras locales para no defraudar a toda la gente que espera que vuleva  a España convertida en una auténtica indígena salvaje!
Ayudo a María a bañar a Rommel (el bebé de Damio) en la fuente.
Mientras nosotras pasamos una mañana artesana, Mark y Jun se van de compras a Kalagangan y a por materiales para construir un retrete en el tulugan.

Me encantaría levantarme por la mañana y poder entender, de repente, el idioma. No es porque sea una barrera insalvable, sino porque me da la impresión de que me pierdo tantas cosas... ¡Es como cuando trabajaba en la Villacampa! Y además, me frustra no poder ser yo misma, opinar, interactuar directamente con la gente sin necesitar un traductor. Aunque pedirmos a Mark y a Van que nos tradujeran fielmente las conversaciones que se llevan entre “tíos” cuando aparecemos, sabemos que van a aplicar siempre el filtro!
¡Me hace mucha gracia que las niñas cuchicheen cuando estamos delante! Creo que no son conscientes de que es entonces cuando sabemos que están hablando de nosotras y no si estuvieran hablando de manera natural en nuestra cara.
Pienso en la gente que me gustaría que estuviera aquí compartiendo este momento conmigo como May... Pero cuando estoy en Simsimon no echo tanto de menos mi vida en España, aunque el saco de dormir huele a mi casa y me entra la nostalgia.
Estoy sentada en el porche del tulugan. Con María y Rommel delante, escribiendo en silencio mientras ella limpia la abaca para hacer pulseras. Me encantaría preguntarle y hablar de tantas cosas... Pero sólo podemos intercambiar miradas y sonrisas. Me niego a aceptar que toda esta distancia sea por el lenguaje y me siento responsable de no tener más recursos o de no ser capaz de inventármelos.

20 de enero de 2011
Ayer la noche terminó entre risas y linternas haciéndonos fotos hasta que Linda nos mandó a dormir. Me empecé a encontrar mal ayer antes de cenar, y hoy me levanto con 39 de fiebre. Todo el día tirada como un trapo. Me cabreo porque hoy era nuestra excursión a Dapiluan y tenemos que quedarnos en Simsimon porque estoy mala. Linda se vuelve pronto por la mañana a Cagayán porque tiene clases en la universidad.
Van me prepara varios tés, uno para la fiebre (tawa-tawa) y otro para la tos (Lagundi).
Entre ratos tirada en el suelo nos damos un baño en el río cuando me baja un poco la fiebre.
Cenemos y tenemos reunión en el tulugan con el datu Jimboy y unos diez hombres más miembros de SOLEDKI, la people´s organization de Simsimon. La “informal session” (patrocinada por Tanduay, el ron preferido de los Filipinos), nos sirve para hablar de qué es para ellos su cultura, de cómo piensan conservarla, preguntarles qué consideran que les identifica como Matig-Salug... Jimboy pregunta a los demás e intentan, con una palabra, definirse como tribu., Aprendemos el concepto de “hansa”, orgullo.
El datu pregunta a Blanca cuál es, para ella, la relación entre el hombre y la naturaleza, y a mi por la educación y por cómo creo que pueden integrar la cultura indígena y las tradiciones de los ancestros en la educación.

21 de enero de 2011
Como he estado con fiebre y todavía no estoy suficientemente fuerte como para andar demasiado nos quedamos en Simsimon. Me he dejado de tomar las pastillas de la malaria por si estaba ayudando a empeorar el trancazo (nota desde el futuro: ya no me las vuelvo a tomar desde entonces ni en visitas posteriores).
Los hombres empiezan a trabajar en el retrete del tulugan, y nosotras pasamos la mañana preguntando cosas y observando a la gente. Después de comer nos vamos a visitar nuestras primeras waterfalls (cascadas). Están cerca de Simsimon, una media hora andando porque tenemos que ir por el río y no tenemos mucha técnica no resbalándonos con las chanclas. Ellos van descalzos, pero para nuestros pies sin curtir es demasiado doloroso andar por las piedras afiladas del río.
Cuando llegamos nos encontramos de frente con una pared de roca que tenemos que escalar para llegar a la cascada principal. Los manubo que nos acompañan (Bong Bong, Damio, Jimboy, Milán y dos críos) preparan en un momento un mecanismo para escalar usando lianas. Todo muy seguro.



El ascenso es rápido, y cuando llego arriba veo una cascada genial con una “piscina” en la caída. Pruebo un “akap”, una especie de cucaracha pequeña de río que dicen que sirve para curar la tos. Me meto el bicho vivo en la boca y mastico. ¡Sabe a cacahuetes!
Blanca casi palma al probarlo. Tiene la teoría de que me gusta probar todo tipo de cosas asquerosas, ¡y parte de razón tiene!.
Cuando estamos todos arriba Blanca y yo nos damos un baño. Los demás no se quieren meter porque dicen que el agua está muy fría, pero en comparación con nuestros ríos esto es como un balneario.
Preparan un fuego en un momento y asan unos trozos de camote, y después de la merienda nos volvemos para Simsimon.
Me fascina cómo pueden preparar una hoguera en un minuto teniendo en cuenta que está todo siempre mojado y verde.
Nos bañamos en el río, cenamos y a descansar, que mañana nos vamos a Bulalang de excursión.

22 de enero de 2011
Nos levantamos pronto para ir a Bulalang. Salimos de Simsimon nada más desyunar: Mark, Van, Jimboy, Tatay Alan (suegro de Jimboy. No es matig-salug pero vive en sus tierras), Blanca y yo. Para llegar allí pasamos ríos, escalamos laderas, bajamos lomas resbaladizas entre caña de azúcar, cruzamos más ríos... y tras unas dos o tres horas de caminata, llegamos.
No es un “sitio”, es un Barangay (unidad administrativa superior al pueblo), en el que se han mezclado manubos y bisayas desde los años setenta. Hay bastante diferencia con Simsimon. Hay más casas y están construidas con materiales más resistentes, podemos ver hasta algunas construcciones de bloque. Hay una escuela primaria, una iglesia adventista del séptimo día, campos de arroz, caballos, maquinaria...
Llegamos a casa del datu Tony Antonai, miembro y representante de SOLEDKI, y tras las presentaciones le entrevistamos sobre cómo fue la entrada de los bisayas a su comunidad, los primeros contactos, las influencias entre las dos culturas y su mezcla...
Jimboy nos explica parte de su historia, cómo decidió fundar SOLEDKI y los pasos que tuvo que dar para establecerla como una “people organization”.
Comemos y empezamos una “informal session” con los hombres. Hay algunas mujeres presentes pero siempre en segundo plano, hasta que manifiestan en un comentario cualquiera que también les gustaría hablar con nosotras.
Blanca y yo lo estamos desando, y pedimos reunirnos con unas cuantas mujeres sin hombres de por medio, sólo con Mark como intérprete.
No es una reunión formal, sólo una conversación entre mujeres preguntándoles acerca de su vida, sus familias, sus expectativas de futuro... Y ellas también tienen mucha curiosidad por detalles de nuestras vidas como ¿qué hacemos solteras, sin hijos y con nuestra edad?, ¿hace frío en España, cómo nos vestimos, cómo es la nieve...?. Muy divertido. Y se agradece después de tanto tiempo rodeadas de hombres disfrutar de este momento de complicidad femenina.
Se está haciendo tarde y proponemos ir volviendo para Simsimon antes de que caiga el sol, pero cuando conseguimos que muevan Jimboy, Van y Tatay Alan (que ya notan los efectos de la informal session) es prácticamente de noche.
Empieza la aventura. El camino de vuelta a casa por el río y sin linternas. Blanca está muy preocupada y propone que nos quedemos en Bulalang para evitar el peligro, porque además se acerca una tormenta. Yo también considero que es una situación arriesgada, pero quiero confiar en que si ellos están decididos a seguir adelante y volver a casa es porque podrán mantener a salvo nuestras vidas.
A Blanche le cabrea todavía más que estos tres estén borrachos y riéndose todo el rato.
¡Pero al final resulta ser una experiencia divertida y todo! Aunque caminamos muy despacio para no caernos por un ribazo cenagoso, resbalarnos por las piedras del río, escalar por las pendientes llenas de barro... vamos avanzando poco a poco. Hay casi luna llena pero no ha salido todavía, poque estamos entre montañas y acaba de anochecer. Al final tenemos que fabricar unas antorchas (con hojas de banana, cañas y usando una chancla quemada como carburante) para poder seguir avanzando cuando la cosa se complica.
Y después de unas tres horas llegamos a Simsimon sanas y salvas.

23 de enero de 2011
Como la noche de ayer fue movidita, hoy decidimos pasar el día en Simsimon para descansar un poco el cuerpo y la mente.
Nos vamos a pasar la mañana a casa de Tatay Alan y de su mujer Ellie, suegros de Jimboy. No son matig-salug. Son bisayas: “gente de las llanuras”, inmigrantes de otras islas de Filipinas que vinieron a Mindanao en los años 80-90 en busca de tierras.
Compraron terreno a los manubo y se establecieron cerca de Simsimon. Una de sus hijas se casó con Jimboy y tienen buena relación con la comunidad, aunque es cuestionable hasta qué punto están utilizando tierras que en realidad son parte del “ancestral domain” de los indígenas...
Se nota un montón la diferencia cultural entre su familia y las familias de Simsimon, en cómo es su casa, en cómo trabajan el campo y los huertos, la de cantidad de pollos que tienen... Es una familia prácticamente autosuficiente.
Nos damos un baño. Comemos allí y después de comer y cuando llegan Van, Milán, etc. de comprar en otro pueblo, estamos un rato con la familia y nos volvemos para Simsimon.
Aprovechamos para hacer fotos y recoger material. Tenemos una conversación interesante con Mark y Van sobre las diferencias entre filipinos y españoles. Nunca dejan de sorprendernos, aunque llegamos a la conclusión que en la mayoría de prácticas sociales Filipinas es como España en los 70.

24 de enero de 2011
Nos despiertan, como siempre, Mark y Van tocando la guitarra y cantando. ¡Vaya lujo de despertadores!. Encima de con alegría y con arte nos levantamos todos los días con el desayuno y el café preparados.
Dedicamos la mañana a la exposición.
Después de comer nos preparamos las mochilas y emprendemos el camino hacia Dapiluan, uno de los pueblos cercanos. Formamos el equipo: Jimboy, Mark, Van, Milan, Damio, Jimboy, Bong Bong, Dibucas, Morgan Freeman, Blanca y yo.
Tras dejar Simsimon y andar unos quince o veinte minutos tenemos que escalar una montaña. Subimos el primer tramo de pendiente brutal y empieza a llover a cántaros. Seguimos el ascenso bajo la lluvia e intentando no despeñarnos al resbalar en el barrizal. ¡Cómo se echa de menos la tierra seca!.
¡Una vez arriba la vista es impresionante! Las montañas verdes, el valle del río, Simsimon...

Llegamos a Dapiluan y ya es prácticamente de noche. Sigue lloviendo. Nos resguardamos bajo una estructura de bambú y nuestros hombres empiezan a prepararnos la cena. Arroz y sardinas, nuestros únicos ingredientes.
Cuando la cena está lista ponen todo sobre unas hojas de plátano, nos dan un par de platos a Blanca y a mi y ¡a comer! Como no hay cubiertos se come con las manos. Para ellos es normal porque siempre comen así, pero aunque parezca una tontería hay que tener técnica. Nosotras parecemos retrasadas intentando aprender mientras ellos nos explican, yo al final acabo usando todos los dedos a modo cuchara.

Después de cenar se acerca, curiosa, la gente del pueblo. Lo primero de todo, y como siempre que llegamos a un sitio, la introducción. Jimboy, como datu, explica quiénes somos y qué hacemos allí. Luego nos presentamos de manera individual. ¡Tras los formalismos comienza el show! Nos hemos llevado la guitarra y los que venimos de Simsimon cantamos y bailamos mientras los “Dapiluanos” se parten de risa.
(No he comentado hasta el momento que toda nuestra estancia en las montañas estuvo marcada por las coñas sobre nosotras y nuestras bodas, con Mark, Van o cualquier matig-salug).
Dormimos en la casa del datu de Dapiluan. Está lloviendo muchísimo, hay goteras y el aire helador se cuela entre las láminas de bambú del suelo y la madera de las paredes.

25 de enero de 2011
Deseando que termine la noche, nos levantamos al amanecer y desayunamos en la casa. Arroz y sardinas, los elementos que comprondrán nuestra dieta los dos próximos días porque es lo único que nos queda.
Nos reunimos de nuevo en el tejadillo de bambú y empieza nuestra “Focal Group Discussion” (especie de reunión) con la comunidad, que para eso hemos venido.
Mark es el facilitador. Les preguntamos acerca de sus recursos, su autosuficiencia y su desarrollo comunitario. Sobre el plan que tienen y qué intervenciones les gustaría que hubiera en la comunidad si forma parte del proyecto a partir de ahora.
Cuando termina la reunión hacemos un par de entrevistas (a un profesor-voluntario que hay de la Iglesia Adventista del 7º Día, entre otros), comemos arroz y sardinas y emprendemos el camino de vuelta hacia Simsimon.
Nuestros hombres quieren que visitemos cinco cascadas, así que cambiamos la ruta y empiezan nuestras cuatro próximas horas en estrecha relación con el peligro y la muerte.

Como entrante, pendiente de noventa grados de inclinación con lodo y troncos podridos.
Como primer plato descenso por las piedras resbaladizas del río descalzas (las chanclas que agarran peor que los pies).
Como segundo plato, seguir bajando por el río. No hay orilla, hay directamente ribazo, así que vamos adelantando lentamente como podemos. La verdad es que el equipo nos ayuda un montón y nos llevan las mochilas, nos van atando lianas para bajar los cortados, nos escavan hoyos con palos para que podamos encajar los pies trepando...
Como postre, llegada a una cascada en la que la única manera de bajar era, o por las rocas y el agua, o por la orilla del chorro con la misma inclinación.
Eso sí, no puedo dejar de nombrar los exquisitos caldos que regaron toda la comida ^_^: ¡caidas de agua impresionantes y vegetación selvática!

(Los que me conocéis sabéis de mi profunda aversión por el agua y más si está en relación con adrenalina o riesgo. Si os estáis preguntando cuál fue mi actitud, directamente me dediqué a no pensar y dejarme llevar, confiando siempre en el conocimiento indígena. Tenía miedo de que si me paraba a reflexionar un minuto sobre lo que estábamos haciendo se me paralizara el cuerpo para evitar continuar. A modo colapso. Aunque muy divertidas las miradas y comentarios que intercambiábamos Blanca y yo, y las amenazas en español a todas sus madres y parientes que se fueron escuchando a lo largo del camino).

De vuelta en el tulugan y tras darnos y baño en el río, cenamos camote, arroz y sardinas y un improvisado pero bestial plato de “banana heart”, damos las gracias por seguir vivas a todos los diwatas que conocemos y a dormir.

26 de enero de 2011
Se supone que hoy es nuestro último día en Simsimon. Desayunamos y perdemos tiempo con la gente en el tulugan (que siempre está lleno de invitados), pasamos parte la mañana en el río, hacemos la comida...
Después de comer vienen los miembros de SOLEDKI a casa y tenemos una reunión para hablar de qué futuros proyectos esperan en la comunidad y qué próximas ideas tienen para el desarrollo comunitario.
Cuando terminamos, vienen los niños porque vamos a empezar una actividad con ellos. Les pedimos que dibujen cómo se ven ellos y cómo ven Simsimon cuando sean mayores. Aunque muchos no lo entienden y dibujan lo que quieren, es super interesante la manera que tienen de ver las cosas y de proyectar lo que quieren que sea su vida. Casi todos dibujan una escuela, sus casas y sus campos, animales... ¡hay por ahí hasta algún helicóptero!.
Como han ido viniendo algunas madres y más gente de la comunidad a ver qué se estaba cociendo, terminamos la actividad y cantamos y bailamos un rato, hasta que Jimboy pide a la gente que se vayan a cenar y vuelvan después para nuestra fiesta de despedida.
¡La fiesta es espectacular! Zenaida y Felisa traen dos trajes típicos matig-salug para Blanca y para mí: falda, camisa, y pendientes-collar. ¡Somos las primeras no-manubo en Simsimon en llevar los trajes tradicionales! Es un honor increíble. Van desaparece y viene, de repente, con el traje de los hombres. ¡Qué risas! Nos empiezan a enseñar bailes, a tocar el salurey... Les divierte muchísimo vernos intentar bailar, ¡pero nos lo pasamos como enanas!
Después de unas dos horas increíbles hacemos el cierre de la fiesta a lo matig-salug, con el discursito. Intentamos expresar lo agradecidas que estamos con ellos por cómo nos han acogido, compartido sus vidas y su cultura, cómo han abierto sus casas para nosotras... pero es muy difícil explicar todo eso con palabras y más en inglés y utilizando a Mark y Van como traductores.
Las mujeres y los niños se van a dormir y nos quedamos con los hombres en casa para la última “informal session”.
Seguimos cantando y tocando la guitarra, escuchando sus canciones típicas chorras de fiesta alcohólica... Los hombres dicen que no se pueden creer todo el tiempo que hemos compartido con ellos en los últimos días, cómo hemos arriesgado nuestra vida sin quejarnos, cómo hemos comido lo que había sin rechistar... Tienen razón y ha sido increíble.
Nos vamos a dormir contentísimas, y en el saco estamos riéndonos dos horas con Mark y con Van inventando cuentos con personajes de la comunidad y con nosotros: “Dou you have sardines, ma'am?”
Decidimos que no podemos marcharnos mañana porque es demasiado precipitado, es tarde y sobre todo, porque no nos sentimos preparadas mentalmente. Sobre todo Blanca, que se supone que no va a volver más.

27 de enero de 2011
Pasamos la mañana recogiendo material del “contour farming” (cultivo en terrazas), de una de las ancianas tejiendo algodón, de la gente trabajando en construir un almacén (financiado por nuestro proyecto), hacemos entrevistas en el “solar dyer”, hacemos fotos de las distintas varidades de arroz que tienen... Intentando aprovechar al máximo las horas extra que hemos conseguido alargando un día más la estancia.
Por la tarde visitamos varias casas, entre ellas la del Datu Miguel, ¡vaya pasada!
Aunque Van y Mark intentan disimular aparentando que es un plan genial, nos vamos a cenar a casa de Tatay Alan y Ellie porque no nos queda comida. Ni siquiera arroz y sardinas.
Cenamos un guiso de vegetales con arroz de maíz que nos encanta y Ellie nos cuenta su historia de vida. Dramática. Abusos por parte del padre, abandono de la madre, su historia de amor con Alan...
Después de cenar tenemos una velada divertida y llena de abrazos y contacto humano patrocinada una vez más por Tanduay. Ddecidimos quedarnos a domir en su casa porque es bastante tarde, ha estado lloviendo y hay que cruzar ríos y barrizal para volver a Simsimon.

28 de enero de 2011
Tenemos que volver al Tulugan a recoger las cosas para volvernos a Cagayán de Oro, y aunque vamos justísimos, desayunamos con toda la calma y aun perdemos más tiempo haciéndonos doscientas fotos y cantando con la familia antes de marcharnos de su casa.
¡Estos Filipinos “los tienen cuadraos”!
El Jeepney que nos podía llevar hasta Valencia pasa por un cruce a 4 kilómetros del pueblo a las 8:00. Para llegar allí hay que andar, cruzar ríos, etc. Lógicamente lo perdemos, así que tenemos que coger motos.
En una moto Blanca, Mark y el conductor. En otra Van, el conductor y yo. Más todo el equipaje. Aunque los caminos son horrorosos yo disfruto con la experiencia y el paisaje. No es lo mismo que ir dentro del coche. Lo malo es que a mitad de camino empieza a llover y el viento y la lluvia en la cara dejan de tener tanto romanticismo.
En Valencia cogemos un autobús hasta Cagayán de Oro, y de vuelta en la ciudad hacemos la mudanza a la residencia de Dexter y termina la experiencia de nuestras vidas...

4 comentarios:

  1. No tengo palabras!!!
    Aunque lo del bicho "antitusivo" no me convence en absoluto!!! jaja

    Disfrútalo amor! besitosss

    Angel, Barcelona.

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  2. Muy bueno... he disfrutado mucho leyendolo pero.... y todo el mes de Febrero??? Ya sabes lo que te toca ahora. Besitos mil.

    Estefania.

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  3. GUAU

    quiero mássssssssss!!por qué dices que Blanca no va a volver??os vais a separar en algún momento??
    mucha mucha suerte y cuidate mucho raki!!!!
    muchos besitos

    Naty

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  4. jajaj!
    Salamat por los comentarios! No te preocupes tata que Febrero vendrá pronto, pero hay tantas aventuras que contar!
    Nats, Blanca se vuelve ya este sábado para España, así que me deja sola ante el peligro!!!
    Besos mil a todos!
    Quiero noticias vuestras también!
    Mua!

    Raquel

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